
Hace sólo tres meses conoció el nombre de lo que realmente le pasaba y decidió no hundirse. En ese momento, Yasmina Alcolea se puso frente del ordenador abrió su tuenti e hizo una llamada explicando la situación en la que se encontraba y la enfermedad que padecía, Ataxia de Fridreich. Ha recibido 700.000 respuestas algunas de apoyo y otras que le acusaban de querer ganar dinero. Pero, tal y como reconoce la familia de Yasmina, «si luchas puedes perder; pero si no luchas, has perdido».
En febrero cumplió la mayoría de edad y fue entonces cuando los padres decidieron contarle lo que le pasaba desde los 11 años. Está padeciendo un deterioro progresivo de las células nerviosas de la médula espinal y del cerebelo que le produce pérdida del control del equilibrio. En sus últimas fases puede generar problemas graves de corazón y por tanto la muerte. Su padre, Agustín Alcolea, asegura que «detectamos el problema cuando intentó llevarse una cuchara a la boca y se tiraba la comida en la espalda». Sin embargo, ella no comenzó a darse cuenta de sus problemas hasta los 13 años. A los 16 podía seguir andando sin ayuda de nadie, ahora le resulta imposible.
Yasmina tiene claro que su enfermedad «no tiene solución y lo único que me pueden ofrecer es una notable mejoría de hasta el 80% y considero que merece la pena intentarlo». Sus padres opinan igual, el problemas es que el tratamiento que necesita, en el que se deben utilizar las células madres de su propia cresta iliaca (cadera), cuesta 30.000 euros y para ello se tiene que ir a Argentina.
Yasmina tiene claro que su enfermedad «no tiene solución y lo único que me pueden ofrecer es una notable mejoría de hasta el 80% y considero que merece la pena intentarlo». Sus padres opinan igual, el problemas es que el tratamiento que necesita, en el que se deben utilizar las células madres de su propia cresta iliaca (cadera), cuesta 30.000 euros y para ello se tiene que ir a Argentina.
Desesperación
Agustín Alcolea trabaja en la construcción y si hace tres años se hubiera enterado de este tratamiento no hubiera tenido problemas en asumirlo. Sin embargo, ahora su situación es un tanto precaria y, como señala, «hay días que bajo a comprar comida y todo el dinero se me va en deudas».
Ya no saben qué hacer para conseguir el dinero y agradecen las pequeñas muestras de colectivos y particulares que pretenden prestar su ayuda. Es el caso del colegio en el que estudió Yasmina, El Liceo, que ya ha mostrado su disposición para realizar eventos con fines recaudatorios.
La Ataxia de Fridreich es una enfermedad que afecta a una de cada 50.000 personas, de modo que se considera una enfermedad rara. Yasmina ha tenido la mala suerte de ser una de las afectadas y de ver como su equilibrio y coordinación se ha ido perdiendo con el paso del tiempo.
En las paredes del pasillo de su casa existen unas barandillas fijas para que pueda sujetarse al andar. Los padres han tenido que realizar varias reformas para adaptarse a la situación. Mientras tanto, Yasmina continúa soñando con volver a bailar flamenco.
0 comentarios on "Integración de discapacitados"
Publicar un comentario